miércoles, 3 de octubre de 2007

Recibidor.

Si por mi fuera, pasaría la vida contemplando. Tendría que cambiar incontables veces de posición observante (me canso facilmente) pero sería feliz. Resulta muy oportuno considerarlo en una de las épocas más ocupadas, caóticas y constantemente reciclables de mi vida; mi proceso de independización. Si se me ha ocurrido es quizá porque la vida me agarra desprevenida en cualquier vuelta de esquina, en cualquier espacio no planeado; sin preguntarme, una multitud de percepciones vienen a habitarme todos lo días; siento la exigencia interior de ser buena anfitriona con ellas, servirles un relato, decirles "bienvenidas". Este blog será su sala de espera, el recibidor de la casa que espero construirme; ellas serán mi recordatorio constante de que para eso, justamente para pasar un buen rato -para servirles mojitos, escuchar sones y reir- es que me pongo el sombrero de albañil y arriesgo mi vida en los andenes. Me estoy construyendo una vida.

El blog no intenta ser un buzón de catarsis, pretende dar albergue a todos los momentos-turista de mi ocupada vida que, a pesar de que las horas de agenda se ponen firmes, hombro con hombro, para impedirles el paso, los momentos-turista se abren paso: vuelan, se les meten entre las piernitas abiertas en forma de V invertida o se limitan a hacerles cosquillas y pasar, de la manera más cínica posible. En fin, les estoy agradecida. Esta tierra, con todo y que se esmera en armarse una política interior, vive del turismo.

No tengo tiempo, ni ganas de ficciones. El frío invierno anticipado ha traído con él suficientes sorpresas de realidad. Me envolvió con aire frío la cara y no pude sino abrir los ojos a lo que me rodeaba. Ahora platico con él, con una taza de chocolate c/Baileys entre manos.

No hay comentarios: